It's just me. {Libre}

El sol resplandecía con intensidad, logrando que gran parte del territorio cercano al lago se viese envuelto en grandes mantos de luz. Ésto disgustaba a Samuel, el cual, se encontraba sentado bajo un árbol cercano al gran abismo de agua. Aquel pequeño sitio era uno de los pocos del campamento que conservaba sombras.
Era por ello que Samuel se encontraba allí, relajado, sumamente callado y quieto; tan solo moviendo sus dedos de la mano derecha para juguetear con su propio poder, un poder que tan solo ansiaba desarrollar.

Desde que había descubierto que su padre era Hades, el carácter del muchacho se había vuelto mucho más egocéntrico; ya sabéis, se trataba del tipico chico que si tenía motivos para sentirse superior a los demás lo hacía sin remordimiento alguno. Y eso conseguía que en aquella academia no contase con demasiados amigos, aunque... ¿quién los necesitaba?.
Samuel tan solo deseaba ser más poderoso que sus compañeros y era por ello que buscaba desesperado un camino corto para conseguirlo.
¿Cuál era aquel camino?, es fácil. Sabía perfectamente que si seguía los consejos de su padre, terminaría por atrapar su propósito.

Pasaron varios minutos desde su llegada a las cercanías del lago, y el viento había comenzado a azotar su cabello. Éste cubría todo su rostro, de manera que era difícil identificar sus rasgos.
Finalmente, su cuerpo se fue elevando de debajo del árbol, quedando finalmente de pie. Su espalda, se apoyó en el tronco del árbol mientras que su mano no dejaba de moverse para así seguir divirtiéndose con la sombra del árbol, la cual en aquellos momentos se elevaba una y otra vez del suelo.

¿Qué otra cosa más podía hacer?, estaba aburrido; sumamente aburrido. Y es que un hijo procedente de Hades no se podía deleitar simplemente con entrenar y pasárselo bien con sus amigos, necesitaba acción, diversión, entretenimiento; y sobretodo causar sufrimiento a todos los seres que no creyesen en el poder procedente del inframundo.

Mensajes : 41 Fecha de inscripción : 20/03/2010

Alex estaba entrenando con Anabeth; todo el mundo a su alrededor las miraba con admiración, muchos preguntandose si algún día llegarían a ser como ellas.
Varías personas del campamento había llegado a confundirla con una hija de Afrodita, puesto que la belleza de la cual era dueña Alexandra era digna de ser admiraba por todos.
Su rostro de tez morena y facciones caucásicas, enmarcaba de maravilla su azul e intensa mirada, terminando de sobrepasar los canones de la belleza establecidas con aquel cuerpo que parecía estar esculpido en el más exquisito mármol...pero era hija de Poseidón.

Después de terminar con su entrenamiento, se puso unos pantalones cortos algo desgastados y una camiseta sin mangas, dejando relucir el tono algo dorado de su piel.
Fue dando un paseo por el bosque hasta que sintió como si algo la obligara a ir más allá; siguiendo su instinto, se adentró en la profundidad de éste, llegando al lago...eso era lo que la había llamado, el agua.

Los minutos pasaban lentos, a su ritmo; un ritmo que el hijo de Hades no deseaba entender ni apreciar. Para él, la lentitud de las cosas era un simple inconveniente en su resplendoroso futuro. Porque sí, el hijo de un Dios estaba destinado a tener una vida repleta de bienestar -o al menos eso pensaba Samuel-.

El cuerpo del chico, que hasta hacía poco se encontraba perfectamente acomodado en el tronco del árbol, había terminado por despegarse de éste mientras que sus piernas habían empezado a moverse. Paso a paso, el muchacho se había alejado del punto en el que se encontraba y había comenzado a dejar que el intenso brillo soltar golpease su rostro; algo que realmente detestaba debido al constante tiempo expuesto en las sombras.
Sin lugar a dudas, para Samuel, en aquellos momentos lo mejor que podía hacer era regresar a su cabaña; el antro en el que se encontraba a la perfección.

Comenzó a caminar, sin demasiada prisa pues tampoco quería pasar toda la tarde encerrado. Mientras caminaba, la esencia de otra hija de un Dios enemigo de su padre comenzó a recorrer todo su cuerpo, tensando sus sentidos. En pocos segundos, tras haber levantado la cabeza, consiguió visualizar a la muchacha que transmitía tales radiaciones.

Alexandra Bennet, hija de Poseidón. Samuel la había visto varias veces por el campamento, y bien era cierto que se había fijado en la extraña belleza de la muchacha, sin embargo, la veía como a todos los demás; un ser que podía ser derrotado con suma facilidad -aunque para eso necesitaba estar mayor cualificado- .

Suspiró levemente, posando su mirada en la chica que se iba dirigiendo hacia el lago. Sabía que se iban a encontrar, sabía que por educación -sí, educación- tendría que saludarla aunque no lo desease lo más mínimo.

Aquel campamento, sin lugar a dudas, era la mayor desgracia que le había caído encima.

Mensajes : 41 Fecha de inscripción : 20/03/2010

Alexandra se percató de que no estaba sola; sus ojos empezaron a vagar por el lugar hasta dar con una figura no muy lejos de ella, haciendo que sus sentidos se tensaran...un hijo de Hades.
Los hijos de Poseidón y de Hades poseían una rivalidad que muy pocos conocían, pero que cuando era descubierta, todo a su alrededor resultaba dañado en la lucha.

-Hola...-apenas susurró la morena, haciendo una pequeña mueca y enarcando una ceja. Aquellas palabras habían salido con aspereza de la garganta de la muchacha, a cual poco a poco fue emanando odio hacia sus alrededores, provocando que el agua del lago empezara a borbotear.

Ante su encuentro con la muchacha, Samuel tan solo había podido percatarse de aquel susurrante saludo, siendo éste acompañado con un fuerte enfurecimiento por parte del agua del lago.
Sí, sin duda alguna no era buena idea el hecho de rivalizar con un hijo de Poseidón encontrándose tan cercano al agua. Era por ello, que Samuel tan solo soltó una pequeña sonrisa -un tanto falseada- para intentar relajar el ambiente en el que se encontraban.

- Buenas tardes -contestó el hijo de Hades con una voz totalmente calmada, suave y sin preocupación alguna. Y es que no podía demostrar que temía el hecho de provocar un enfrentamiento en aquel desventajado lugar.
- Mmm, no he hecho nada para provocar tu ira, pero ya veo que realmente te importa las diferencias que tienen nuestros padres -comentó con la misma tranquilidad que antes, aún sin borrar su sonrisa del rostro.

Bien, lo mejor en aquellos casos era mantener la calma, intentar dar a entender que no tenía miedo a lo que podría pasar si su odio mutuo se dejaba contemplar.
¡Era un hijo de Hades!, y aunque el deseo de destrucción recorriese su cuerpo, la mentalidad fría que le había concedido su padre, reinaba ante todo lo demás.

Mensajes : 41 Fecha de inscripción : 20/03/2010

Alex se recordó a si misma de quien era hija, y por ende, debía mantener la compostura ante tal rival. La morena siempre se había caracterizado por ser fría, valiente y decidida, asi que no dejaría que la presencia de tal ser provocara su ira, tanto como para provocar un terremoto que acabara con el campamento.

-Los hijos de Hades no son mis mejores amigos que digamos...el solo hecho de tu presencia me enerva-comentó en un tono tranquilo y firme, dandole a entender que su presencia no le intimidaba en lo más mínimo.
Fijó su mirada del mismo color del mar en la del muchacho, soltando una pequeña sonrisa cínica a la vez que el agua volvía a su estado normal.

Muchos creerían que por el hecho de estar cerca del agua y se produciera una pelea entre ambos semidioses Alex ganaría, pero no era del todo cierto; no tendría la ventaja de vencer solamente en un lugar cerca del agua, sino también en uno lejos. Llevaba 10 años en aquel campamento y sus entrenamientos siempre fueron los mejores, procurandole la fama que ahora le persigue; no siempre eres la hija de un Dios del Olimpo y la lucha se te da tan bien.

Samuel se mantuvo callado, escuchando a la muchacha con atención. Por alguna razón, le recordó a él mismo. Sí, a él, el cual era tan soberbio, indiferente y egocéntrico; sin embargo sabía perfectamente que nunca llegaría a tal punto. ¿Una hija de Poseidón más poderosa que un hijo de Hades?, claramente la muchacha estaba equivocada si pensaba que su poder era mayor.
Ah, sin lugar a dudas todo el mundo estaba equivocado en aquel campamento.

- Me halagas -contestó el muchacho a la vez que hacía una pequeña reverencia- Ya el hecho de enfermarte me colma de satisfacción -aclaró antes de soltar una pequeña carcajada, un tanto forzada pues no estaba muy acostumbrado a reír, pero sí gratificante.
Sí, admitámoslo. Samuel disfrutaba con aquellos encuentros; le resultaban entretenidos -por lo menos para pasar un poco el tiempo-.
- Creo recordar que te llamabas Ale...¿algo?; aunque bueno, eso no tiene demasiada importancia que digamos. También es por ello que mi nombre no importa -comentó, más para él que para ella, con un tono de indiferencia y aburrimiento en su voz.
Sabía su nombre; claro que lo sabía. Sin embargo no había nada más divertido que revolver el ambiente.

Seguidamente, las piernas del muchacho volvieron a ponerse en movimiento hacia ella para así, pasar por su lado; momento en el cual aprovechó para mirarle de reojo a los ojos.

Mensajes : 41 Fecha de inscripción : 20/03/2010

Rodó los ojos y un pequeño chasquido se escapó de su boca, alzando la comisura de sus labios en una sonrisa cínica y fría, distante.

-Eres muy poco cosa para saber el nombre de alguien tan superior a ti-comentó la muchacha con un tono firme y seguro, sin inmutarse ni un solo segundo.
La chica se entretuvo haciendo figuras tontas con el agua, cuando notó como poco a poco su cuerpo se iba tensando más y más ante la cercanía del moreno, obligandose a si misma tranquilizarse y no acabar por ahogarlo.

-¿Por qué estás aquí?-muchos dirian que aquella cercanía resultaría peligro, incluso nefasta, pero a ella le parecía divertida.
El hielo de los azules ojos de la chica chocaron con los de él de solazyo, permanenciendo así por unos segundos, esperando respuesta alguna.

Samuel se detuvo varios centímetros más alejado de ella, completamente de espaldas. Su mirada, se había posado en la lejanía pero pronto fue tomando una trayectoria que la llevaba hacia el pelo de la chica; un pelo largo y a, simple vista, sedoso y suave. Era bonito, sin duda, pero muy simple para un Hijo de Hades.

- ¿Por qué estoy aquí? -preguntó un tanto divertido antes de llevar su mano hacia su propio pelo y apartar el poco flequillo que tenía de su frente, logrando así que no le molestase.
- Pensé que, siendo de "tan bajo nivel como soy", ni siquiera te interesaría -sentenció con diversión antes de volver a tomar un aire totalmente frío.
- No te interesa -aclaró finalmente antes de volver a comenzar a caminar.
La verdad era que no le apetecía demasiado causar problemas en aquellas horas; ya había tenido demasiados con los estudiantes desde su llegada.

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