¡Y que vivan los accidentes! (LIBRE)

Caminaba con aire de indiferencia por la zona de descanso, pero mi humor no estaba en sus momentos más lúcidos.

Venía de entrenar. O de intentar entrenar.

Había ido al campo de entrenamiento con el propósito de entrenar, y eso hice : practiqué con el poder de aturdir los sentidos con tanta suerte que el chico que estaba a mi lado se tropezó con su propia espada y por poco no se la clava en el cuello.

El profesor me reprochó a mí que el chaval se hubiese embobado, cosa que no hizo más que sacarme de mis casillas. En pocas palabras le mandé a que se metiese sus palabras por una parte del cuerpo no muy agradable.
Después de eso, salí de allí.

Y ahí estaba yo, en medio del área de descanso. Fui hacia uno de los bancos y me acosté en él. Cerré los ojos, dejando que el sol acariciase mi rostro.
Era una sensación muy agradable.

Después de estar todo el día y gran parte de la noche en el campo de batalla, entrenando mejor dicho, me apetecía tomar un leve descanso antes de seguir. La verdad es que me resentía de la garganta un poco, posiblemente una llamarada había ido por donde no debía, y me había jodido un poco la garganta, pero bueno, solía pasar a menudo.

Llegue a la zona de descanso, y vi a una chica, por su poder era evidente que era una semidiosa, y por su atractivo hija de afrodita. Negué con la cabeza ante tal pensamiento, y me aleje un poco de ella para no sentirme... ¿ atraído? por ella.

Tome algo para beber y descansar, me senté en el primer banco libre que encontré.

Alguien pasó por mi lado , tapándome durante unos segundos la luz del sol. Entreabrí los ojos para ver quién había sido. Era un joven alto que aparentaba más o menos mi edad , quizá un poco mayor.

Ni siquiera me miró, o eso me pareció a mí. Me extrañó mucho, y más que se sentase casi lo más lejos posible de mí.
Costaba encontrar personas así, por no decir que no se veían mucho. A nadie le gusta que sólo le quieran por el físico.

Por curiosidad, me levanté y fui hacia donde él estaba, olvidando mi mal humor en mi banco.

Mi valentía vaciló cuando me planté delante de él. ¿Qué se suponía que iba a decir? ¿Um uh sí, hola. Resulta que te he visto pasar y me ha picado la curiosidad?
Seguramente me tomaría por una desquiciada, pero ya no había vuelta atrás.

- Hola - dije sonriendo - ¿Te importa si me siento aquí ?

Note como la chica se levantaba de su asiento y se acercaba hasta mi posición, mientras aun seguía tomando algo de beber, la chica se plato frente a mi y pensé unos segundos algo que, seguramente, sería que decirme. Le dedique una pequeña sonrisa, y asentí a su petición.

- Claro, me gusta la compañía.

Dije, esbozando una media sonrisa en mi rostro, luego gire mi rostro hacia el baso.

- ¿Como esta?

Me senté a su lado, estábamos de frente al sol.

- Bien, perfectamente - dije sonriendo - ¿Y tú?

Observé cómo miraba concentrado el vaso y desvié la mirada hacia los alrededores.
Normalmente cuando estaba con un semidios sentía una especie de ¿química?, por eso me extrañó no tener esa sensación estando al lado del chico.

Le miré de reojo. No. No tenía pinta de centauro; más que nada porque no tenía patas de caballo. Y tampoco parecía demasiado una sirena.

- ¿Llevas mucho tiempo en el campamento? - pregunté intentando romper el hielo.

Sonreí al escuchar lo que dijo y me gire hacia ella, asintiendo con la cabeza. Note como estaba algo extrañada de que no me centrase en ella, y reí por lo mas bajo.

- Bien bien, por fin ya de vuelta al campamento a enseñaros un poco.

Dije, sonriendo, luego escuche su segunda pregunta. Menee la cabeza un poco a los lados y luego la gire de nuevo hacia ella.

- Hacia ya mucho tiempo que no volvía al campamento.

Le miré con detenimiento, extrañada. No parecía mucho mayor que yo.
Los profesores que había visto hasta el momento eran todos mayores.

-¿Me estás diciendo que eres profesor? - pregunté con los ojos como platos - Vaya, y yo que pensaba que nos llevaríamos bien - añadí riendo en plan broma.

Empezó a soplar una suave brisa, capaz de despeinarme pero sin llegar a ser molesta. Aunque a decir verdad, no me molestaba que me despeinase. Me puse un mechón de pelo detrás de la oreja , para que no se me metiese en los ojos.

- Mas bien, soy un recurso para tus profesores, pero no, no soy profesor, no podría enseñaros mucho, y aun menos a una hija de afrodita.

Dije, mirándola con una leve sonrisa. Luego gire de nuevo mi mirada al frente y bebí del baso que tenía frente a mi.

- ¿Como te llamas?

Fruncí el ceño levemente. ¿Tan obvio era de quien era hija?

- Oye, que no soy ningún bicho raro, seguro que algunas cosas puedes enseñarme - reí.

Me crucé de piernas en plan indio, y cerré los ojos. Me encantaba el sol. Una sonrisa plácida se dibujó en mi rostro.
Entonces escuché su pregunta.

- Elyse - abrí los ojos y me giré hacia él.

Reí al escuchar lo que dijo y negué con la cabeza a su primer comentario. luego reí un poco, pero me calme para poder explicarme.

- No es por eso pero... Siendo como eres tu principal arma es la distracción, la persuasión... Yo uso la fuerza bruta, a ti no te serviría, pero siempre puedo enseñarte a usar una espada.

Dije, sonriendo un poco, luego me centre en ella.

- A no ser de que tengas miedo de romperte una uña.

Le fulminé con la mirada.

- En realidad, sé manejar una espada - le saqué la lengua - Y cuando quieras te doy una paliza - dije con una sonrisa torcida.

¡Viva mi valor! No sabía ni siquiera con quién estaba hablando y ya le había propuesto un pique. A ese paso acabaría muerta en menos de dos días.
Aunque bueno, siempre podía tirar de mi poder.

- No me has dicho tu nombre - dije recordándolo de pronto.

OFF : Me voy a la playa, mañana contesto

Reí al escuchar lo que dijo y negué con la cabeza ante su comentario. Valiente, muy valiente... O estúpida al retar a alguien que no sabe quien es.

- Me llamo Tom, encantado.

Dije, sonriendo ampliamente.

- Y digamos que no soy un semidios, pero soy también especial.

- Igualmente.

Le miré con atención , tratando de averigüar qué era.
Me crucé de brazos, y fruncí el ceño, pensando en todas las criaturas que se me ocurrían.

- Vale, me rindo - dije haciendo un falso mohín - ¿Qué eres?