Frente a las llamas [Jack]

Sentada en el pequeño sofá del salón de la cabaña, frente al fuego de la chimenea, que había hecho yo misma sin necesitar nada más que mi simple concentración. Me gustaba estar así, con las llamas como única compañía, mentiría si dijera que eso no me gustaba...No sabía por qué, pero tenía la sensación de que a mi no me gustaba estar frente a la chimenea por simple relax y tranquilidad, quizás era por saber que esas llamas, encerradas en la tan pequeña amplitud de la chimenea, se sentían más impotentes que yo, por no poder salir de su jaula. Porque en momentos como ese, en los que me ponía a pensar y a meditar, llegaba a la conclusión de que este campamento no era más que una jaula para tener a todos los "bichos raros" controlados. Echaba de menos a mi familia, a mis amigos, echaba de menos la ciudad donde me crié. ¿Cómo estaría Miley? Esperaba que se hubiera recuperado de nuestro...accidente. Suspiré y, tras volver a mirar las llamas, subí mis piernas al sofá, abrazándolas, parecía que me encogía, y me sentía insignificante, y en cierto modo me gustaba. Con una simple mirada de mis ojos, el fuego tomaba forma de corazón, y se dividía en dos.
Maldita existencia.

Tan solo me di cuenta de la presencia de Jack cuando noté la presión que hacía en el sofá por haberse sentado. Noté en su tono de voz cierto cansancio, seguramente acababa de despertarse. Yo no sabía como podía dormir tanto, para mí era imposible, sobre todo si la luz del sol todavía no se había ido...
Alcé una ceja ante su curiosidad, normalmente la gente no solía ser tan educada conmigo, solo escuchaba hablarle así a esos malcriados hijos de "los tres grandes". Encogí los hombros.
-Ya has preguntado, así que...-le miré y esbocé una de esas medias sonrisas que solo em salían en días como ese, en mis días filosóficos- La verdad no lo sé, ¿tú nunca has tenido un día de esos en los que te sientes sin ganas de ni siquiera discutir?¿En los que solo quieres poder pensar? -mientras decía todo eso, volví a mirar el fuego, haciéndolo variar de forma, creando esculturas con él- Pues tengo uno de esos, solo que a veces preferiría no poder pensar, porque me deprimo -Me aparté el pelo de la cara, esperando que me hubiese comprendido. Al menos, el chico tenía cara de poder entender mis paranoias. Y ahora que me fijaba en su cara...el destino había sido bastante amable regalándome un compañero de cabaña así.

Lo miré atónita mientras decía esas palabras, y vi la rosa de fuego, que de verdad parecía una flor consumiéndose entre las llamas. Nunca había escuchado a alguien...a alguien como yo decir algo tan profundo, en realidad creía que nunca había escuchado eso de boca de nadie, tan sólo cuando la profesora de literatura recitaba poesías en el instituto. Pero esto era, no sé, mucho más cercano. Me calaron muy hondo esas frases, estaban llenas de melancolía y a la vez guardaban una esperanza que, muy en el fondo, yo mantenía. Él había dicho eso y yo, ¿qué hice? Pues sonreír, una sonrisa de esas bobas que pones cuando en realidad quieres decir "no me he enterado de nada", pero que para mi significaba todo lo contrario. Otra vez, me aparté el pelo de la cara, era tan molesto, tan pegajoso...Casi sin pensarlo, dibujé en las llamas el fénix que él había mencionado. Mi madre me solía decir desde que descubrió lo mío, que yo era como esas aves, que aunque en ese momento pensase que mi vida acababa ahí, algo pasaría para darme cuenta de que tenía muchos motivos para seguir adelante, y resurgiría de mis cenizas. Quizás lo que me estaba pasando últimamente era eso que me haría reaccionar.

Observé como sonrió, al menos había logrado algo. Era una de esas veces en las que una sola sonrisa puede significar todo un triunfo en tu interior. A penas la conocía, pero ya me sentía tan cerca de ella como si llevase años a su lado. Solo pude corresponder a su sonrisa con otra, mas amplia. Quizas se puede decir que me simpatizaba bastante con ella, que era mi hermana en cierto modo, pues ambos eramos hijos de Hefesto. Nuestros corazones estaban esculpidos por el mismo cincel, moldeados por las mismas manos, herrados a la misma temperatura en una fragua de coraje, valor y sufrimiento; por eso la entendía. Había llegado el momento que muchas veces se desea en la vida y mas en la mia, ese momento en el cual ansias encontrar a alguien que este en tu situación, que te comprenda como nadie...una persona que actue con la compresión de una madre, con la protección de un padre y con la compañia eterna de un hermano. Pero quizás estaba suponiendo demasiado deprisa los acontecimientos, no lo se....

Simplemente me dediqué a observar lo que mi compañera de cabaña dibujaba a fuego en la chimenea. Me apetecía formar parte de aquellas llamas, siempre había querido saber lo que es formar parte de una llamarada, sentirse tan vivo y a la vez libre como el fuego que se cruza en una hoguera. Pero a la vez, es tan peligroso...el fuego puede ser tu mejor amigo y tu peor enemigo, a la vez. Sin embargo, nosotros eramos una especie de unión entre las personas y el fuego. Nosotros podíamos controlar lo malvado del fuego y transformarlo en bondad, pero claro...como siempre eso está a la mano de la persona en cuestión. Como decía un viejo amigo mío; Las personas son simples peones movidas por la mano dominante de los actos y los hechos, que gran verdad era esa...