Ah, ¿pero tengo una hermana? [Alexandra]

Había pasado un día desde el encuentro con Samantha. Me había despertado temprano, antes que los demás y del entrenamiento, y me había dado un paseo vestido sin el traje de soldado por los alrededores del campamento, hasta que me topé con la entrada del Half-Blood. Me quedé mirando su inscripción mientras las palabras volaban por mi mente y se cambiaban de sitio. Aquello de la dislexia tenía sus ventajas y sus inconvenientes. La ventaja es que podías leer tetos en griego, y el inconveniente... Bueno, casi todo lo demás.

Me senté en una roca al lado de la entrada y junté mis manos mientras movía un pie, inquieto, suspiré y me quedé mirando el alrededor, aburrido.

Di un pequeño saltito imperceptible por el susto de que hubiese allí alguien más que yo. Estaba tan concentrado que ni me di cuenta. Giré mi cabeza y vi a una chica morena de ojos azules. Se me antojó extrañamanete familiar. Fruncí el ceño, pensativo, y carraspeé al no saberme su nombre.

-¿Sí? Em... ¿Tú?-pregunté intentando no parecer descortés. Había visto aquella chica alguna ve, pero nunca había hablado con ella, aunque en el campamento se habían oído rumores... Incluso uno de que ella era la hija de Poseidón, lo cual me dejó desconcertado, porque entonces eso significaba que... ¿Tenía una hermanastra?

Parpadeé varias veces como si me hubieran dado una buena hostia y me levanté de mi sitio como si la roca quemase, mirando a la chica alejándome dos pasos y la cara ladeada, con cara de susto. No... Espera... ¿Qué?

-¿Qué has dicho?-pregunté lentamente aunque había entendido perfectamente. Me estaba tomando el pelo, seguro... No podía ser que los rumores del campamento llegasen a sus oídos. Pues sí que era buena descubriéndolos...-Oye, vale que queráis gastarme una jodida broma, pero...-me reí entre dientes de forma algo forzada y carraspeé.-No tiene gracia... Creo.

Arqueé una ceja cuando vi que formaba una figura con una de sus manos, pero al ver que alrededor de ella se empezaban a agrupar partículas de agua hasta formar una pequeña bola de agua transformé mi mueco de extrañeza en la de una sorpresa exagerada. No podía ser... Mi madre me había dicho que había conocido a Poseidón cuando tenía 16 años. Entonces... ¿Le había puesto los cuernos a mi madre con otra mujer? Aunque aquella chica parecía mayor... ¿Y si mi madre era "la otra"?

Ante aquel pensamiento, me empezó a hervir la sangre. Apreté los dientes hasta casi esbozar un gruñido en voz alta y apreté mis manos. Si antes el hecho de que mi padre fuese Poseidón me era indiferente, ahora odiaba a aquel Dios con todas mis fuerzas.

-¡Joder!-dije entre dientes y después miré a la chica, aunque todavía me costaba asimilar que ella era mi hermanastra... ¿Hermanastra? Aquella palabra se me antojaba rara. Tragué saliva, intentando calmarme. Sí, debía ser mi hermana, porque algo dentro de mí me impedía enfadarme con ella y echarle de la rabia que sentía todo el lago encima, como si su presencia me tranquilizase.-Pero... ¿Cómo es posible?

Cerré los ojos y puse mis manos a ambos lados de mi cabeza sin tocarla, negando con la cabeza como si perdiese la paciencia.

-No es eso, es solo que...-dejé caer mis manos y abrí los ojos, todavía negando con la cabeza con impotencia y con los labios apretados. Los despegué para decirle.-Es solo que no sabía que Poseidón había estado con otra mujer. Mi madre me dijo que se conocieron cuando tenían 16 años... No es posible.-dije revolviéndome los pelos. Después miré a la chica. Cada vez que la miraba más creía que me parecía a ella... ¡Mierda, es que encima era mi hermana mayor!-Joder, qué raro se me hace esto...

Fruncí los labios cuando dijo aquello, encajando todas las piezas.

-Y entonces conoció a mi madre...-concluí frunciendo el ceño y empecé a caminar el círculo, cabreado, y revolviéndome los pelos de la coronilla. Sentí cómo del enfado una parte más próxima del lago que estaba a nuestro lado empezaba a borbotear, hirviendo. Lo miré indiferente, sin darme cuenta de que, sin querer, había aprendido a hervir el agua.-Calla, joder.-le dije al agua como si fuese un ser vivo y entonces el lago volvió a su superficie plana habitual. Bufé con las manos en la nuca y volví a mirar a mi... hermana. Nada, que no me acostumbraba.-Entonces... Somos familiares.-afirmé mirándola parpadeando varias veces. Desvié la mirada, chasqueando la lengua.-Vaya... Supongo que encantado de conocerte.

Miré a mi ahora actual hermana mientras se acercaba al lago y me decía aquello. El agua comenzó a borbotear bajo sus pies y yo fruncí los labios. Debía decir, aunque me avergonzara pensarlo, que ahora que sabía que no era el único mas poderoso del campamento... Me sentía decepcionado. Cuando me enteré de que era un Semidios pensé que tanto aislamiento y rechazo por parte de mis compañeros había servido la pena, que quizá podía pasar de ser diferente a especial, pero me equivocaba. Allí también era uno más... Y no es que me agradase precisamente la idea, aunque tendría que convivir con ello.

Entrcerré los ojos ante aquel pensamiento y caminé hasta ponerme al lado de ella, mirando aunque fuese su perfil.

-Estoy seguro de que Poseidón también pensó en ti... Aunque debo admitir que es un hijo de puta.-fruncí los labios.-De todas maneras... ¿Qué más da? Tenemos nuestras familias reales, a mí eso no me lo quita nadie.-dije pensando en mi madre. Después volví a mirar hacia el frente.-Por cierto, tú sabes mi nombre... Pero yo no el tuyo.

Miré a mi hermana, que aunque fuese mayor que ella no era mucho más alta que yo, y puse una mano dubitativa sobre su hombro, como quisiese consolarla. Le hubiera dado un abrazo, pero aquello aún me seguía pareciendo tan extraño... Juraba ir hasta el Olimpo y darle una paliza a mi padre aunque saliese con las de perder, al menos así me quedaría más tranquilo aunque moribundo. Vaya, y yo que ayer pensaba que mi vida sehuía siendo una rutina... En tan solo veinticuatro horas le había prometido a una pelirroja que sería su protector y había conocido a mi hermana secreta. La cabeza me estaba empezando a dar verdaderas vueltas...

-Guay... Alex.-dije lentamente.-La única pega es que nunca te podrás librar de esto, es algo que nos perseguirá para siempre... Pero oye, no es tan malo.-dije sonriendo de lado, intentando sacar algo bueno de todo aquello.

Miré a mi hermana y sonreí levemente por su comentario, a punto estuve de darle un abrazo, pero me detuvo el hecho de que me diese un empujón y luego me salpicase con agua. La miré como si estuviera ofendido y ensaché la sonrisa hacia una comisura, cogiendo un poco de agua... No literalmente, sino con la menta, y echándosela a ella, aunque no fue demasiada cantidad. Alcé la barbilla con altanería, dándome la vuelta.

-¿Sí? Ya veremos de qué es capaz este Semidios en el campo de la lucha.-dije a sabiendas de que aún era un desastre en ese tema. Aquella chica me caía bien... Puede que después de todo, tener hermana no era tan malo... Bueno, no me había planteado el hecho de que fuese una cosa horrible o algo así, pero sí era verdad que la idea no me atraía demasiado al principio.

Cuando aquellos copos de nieve me rozaron la cara, no pude evitar arquear una ceja, curioso. ¿Cómo sabía hacer esas cosas? Ya sabía que ella era la mayor... pero no tenía ni idea de que tuviésemos esos poderes. Iba a tener que consultar a la Wikipedia y todo, a ver qué cualidades podía usar un hijo de Poseidón...

Sonreí mostrando mis dientes observando la espalda de mi hermana y salí a su encuentro, extendiendo una mano hacia la izquierda como si quisiese recoger el aire y el agua se levantó a mi paso, siguiéndome en forma de ola, esperando a poder pillar a Alexandra y echársela encima. Pues oye, aquella era una buena manera de entrenar sin tener la desagradable sensación de que te iban a matar de una hostia...

No entendí por qué Alexandra se había detenido... Hasta que me dio un tirón en la mano, como si la hubiese chocado contra una pared. Parpadeé, extrañado, y miré a mi izquierda, fijándome en que el agua había pasado de ser líquida a sólida. Arqueé una ceja y deshice el hechizo con la mano, sintiéndola relajada, y me froté la muñeca algo dolorida. Hice una mueca y sonreí de lado, divertido, mirando a la morena.

-En serio... me vas a tener que enseñar a hacer eso.-dije sonriendo con todos los dientes.