Un elefante, dos elefantes; mierda, una araña! {Ginevra}

La pelirroja había salido de su cabaña casi corriendo, dejándo que sus piernas la llevásen a donde quisieran, pero que fuera lejos del monótono ambiente de Campamento. Tras algún tiempo de caminar sin en realidad saber a dónde se dirigía exactamente -ya que no prestaba atención al paisaje, si no a cuidar de no tropezarse con cualquier porquería que apareciera de la nada en su camino, cómo ya era costumbre...- terminó entre un panorama verdoso, con árboles y helechos. Sin duda, era un bosque. Suspiró, dicho color la abrumaba sólo por el motivo que, del orfanato en dónde habia pasado gran parte de su vida, la mayoria del espacio que lo rodeaba constaba de verdes pastizales y jardines...

Sam sacudió la cabeza saliendo de sus cabilaciones. Se había prometido a sí misma olvidarse de Brightkidsorphanage y del Sex Shop donde trabajaba y comenzar una nueva vida allí en el Campamento y que luego fuera lo que Dios o los Dioeses (ya no estaba muy segura de que era lo que controlaba el mundo) quisieran. Se sentó enseguida debajo de uno de los arboles junto a un arbusto, apoyando la cabeza sobre el tronco y cerrando los ojos mientras cogía aire por la nariz y lo expulsaba por la boca. Continuó así, con los ejercicios de relajación que le habían enseñado los monitores del campamento. La habían prometido que si se controlaba, Sam podría dejar de tomarse aquellas asquerosas pastillas.
Y no había otra cosa que Samantha Vreen deseara más que aquello.
Odiaba ese botecito blanco con todas sus fuerzas, siempre en su mano por la mañana, al medio día y por la tarde. Siempre la dejaban así, aletargada.

Volteó hacia el suelo y no pudo evitar soltar un ahogado grito, casi de histeria, al ver una pequenísma mancha oscura que se movía a velocidades inverosímiles. Aún no sabia con certeza que era, pero sospechaba que puediese ser algún tipo de bicho. La mancha oscura, ya no tan pequeña comenzó a subir por su mano y Samantha incapaz de hacerle daño a ese animal, por lo menos estando recién medicada, se quedó quieta, cogiendo aire una y otra vez y cerrando los ojos, esperando que aquél animal decidiera irse por si mismo.

**La chica cerilla** Mensajes : 47 Fecha de inscripción : 21/03/2010

Hay dos cosas que una persona normal puede hacer cuando está aburrida: Uno, puede seguir aburriéndose y negarse a si mismo que lo está haciendo; y dos, puede buscar algún tipo de entretenimiento, como leer -¿he dicho yo eso?-, ver la tele, quedar con los amigos...
Eh, eh, he dicho que esas son cosas que puede hacer una persona NORMAL, un mortal corriente. Pero un semidiós abarca muchas más posibilidades, sobre todo cuando está en un campamento como éste. Y entre todas las posibilidades, yo me decanté por la más tranquila de todas, lo de comerme el coco buscando un plan no era lo mío -excepto cuando se trataba de el buenorro de Samuel, con él ponía todas mis neuronas a funcionar-.
Así que, con mi Ipod en el bolsillo y Joan Jett sonando a todo volumen en mis oídos, me puse a correr en dirección Norte, o Sud, o yo que sé, en dirección Fuera-del-campamento. Es cierto que había ciertos obstáculos, como piedras, ramas traicioneras y muchos, pero muchos bicharracos -no era la más indicada para decirlo, en mi infancia cuidaba de un grillo llamado Pepito, como en la peli-. Al final acabé exhausta en medio del bosque, en un paisaje que se podía definir como abrumador.
La gente solía decir que en medio de naturaleza uno podía sentirse libre, ¿yo, libre?¿precisamente en el lugar en el que no podía hacer uso de mis poderes? Ja, me río yo de esos ignorantes. No le dí muchas vueltas, solo quería sentarme y descansar, y cual fue mi sorpresa que en el punto justo en el que me quería sentar se avistaba una mancha pelirroja muy familiar.
-¡Hola, Samy! -la saludé alegre, aunque ella no tenía ese semblante. Me fijé en el punto al que miraba, y me sorprendí aún más cuando encontré, escalando por su níveo brazo, una araña gigantesca -vale que me gustaran los bichos, pero tenía cierto respeto a los arácnidos-. Lo que me extrañaba era que ella no hiciera nada, más aún cuando sabía perfectamente lo que pensaba mi amiga acerca de esos animales.
Dejé mi miedo de lado, cogí un palo del suelo y, con un odio recién descubierto a las arañas, golpeé a la del brazo de Sam cual golfista, mandándola de vuelta al lugar del que había venido. Suspiré, orgullosa de mi hazaña.
-Ya me lo pagarás en otro momento -bromeé con Samy, frotando mis uñas contra mi camiseta de deporte.

Samantha sentia las patas asquerosamente suaves de aquél bicho, insecto...comenzaba a acordarse de la madre que debió de parir a todos aquellos insectos de tantas patas. Que decir tenía que hasta los ciempies, que ni siquiera eran capaces de anda con rapidez, le daban miedo. No le gustaban los que tenían muchas patas. Era, anti natural...aunque no es que ella pudiera hablar de naturalidad.

La voz de su compañera llegó como si fuera una sirena de bomberos para un hombre que se encuentra dentro de un edificio en llamas. Sam sabía que estaba hablando de un cuerpo invertebrado, diez veces más pequeño que ella, pero eso no quitaba que estuviera casi petrificada esperando a nada.

Vió como Ginevra cogía un palo de madera y lo utilizaba como si un bate de beisball se tratara moviendolo con toda la fuerza del mundo. Lo único que paso por la mente de Samantha en ese momento fue que el palo debía de hacer daño. Esperaba que su amiga por lo menos tuviera reflejos y no la dislocara el hombro, porque aquello era lo que le faltaba a la pelirroja. ¿Alguien daba más para que s vida fuera más desastrosa? Seguramente no podría ir peor...

Pero Ginevra no la hizo nada. Al revés, mando la araño como si fuera un Home run lejos del alcance de Samy que respiró tranquila agachando la cabeza y llevandose la mano al pecho en un intento por volver a los latidos por minutos que recomendaba cualquier cardiologo.

- Gracias...- respondió entrecortadamente Samantha y dibujó una sonrisa en sus labios casi siempre secos y cortados. Ginevra era una de esas personas que habían echo sacar al otro yo de la pelirroja, por debajo de las pastillas y de su cerebro girado en un angulo de 180 grados.

**La chica cerilla** Mensajes : 47 Fecha de inscripción : 21/03/2010

Observé un poco el panorama, no fuera que la araña volviera con ganas de más. En todo caso, estaba preparada para aplastarla, mutilarla, y si la situación lo requería, hacerla arder. Vaya películas que te montas, Gin -me decía mi yo interior, un amigo que había descubierto recientemente. Puse los brazos en jarras, parecía que el bicharraco había huido definitivamente. Me giré sin cambiar mi gesto y contra todo pronóstico, no sonreí, ni mucho menos.
-Tss...-siseé dramáticamente- Ese bicharraco no volverá a tocarte un pelo. Y si no, -alcé la voz, como si la arañita pudiese escucharme desde el sitio al que la había mandado- ¡que se prepare!
Fue sólo entonces cuando en mi rostro apareció una sonrisa de oreja a oreja, mientras me sentaba en el suelo frente a Sam, claro, como ella se había cogido el mejor sitio...Me aparté el pelo de la cara, una manía que había cogido desde que entrenaba en el campamento, y suspiré.
-¿Con las pastillas otra vez? -pregunté con una mueca de "si no hay más remedio", frunciendo el ceño. No me gustaba que medicaran a mi mejor amiga por el simple hecho de ¿qué?¿de sentir cierta atracción por el fuego? ¡Yo también la sentía! Aunque claro, yo nunca había quemado mi dormitorio...Otra de las cosas que tenía en mi lista de cosas pendientes, detrás de "Quemarle las cejas a Raphael Brooks". La tenía tomada con ese niñito de Zeus desde que se chivó de...bah, ni siquiera me acuerdo de qué se chivó, lo importante era eso, ¡que se chivó de mí!- Quiero quemarle las cejas a Brooks -solté sin más, absorta en mis pensamientos. Ni siquiera sabía si lo había dicho en voz alta.

Samantha miró a su amiga con una ceja enarcada y ladeando la cabeza hacía el lugar por donde había echo desaparecer al aracnido. Pensó que Ginevra podría ser una actriz genial de mayor o por lo menos directora creativa de algo.
Samantha se rió entre dientes, sacudiendo la cabeza mientras su amiga se sentaba en frente de ella, cruzando las piernas y apartandose el pelo de la cara con una mano. Siempre lo haía. No podía tener el pelo en la cara, para Gin era como tener algo pegajoso. Según ella solo había cogido esa manía en el campamento. ¿También Samantha conseguiria alguna manía?¿O estaría tan aislada que siempre sería la chica de siempre?

Asintió con la cabeza cuando le dijo lo de las pastillas y suspiro. Era algo de su vida cotidiana, hasta estaba segura de que se había echo dependiente a esas alturas. Gin se empeñaba en que no debería tomarmelas que no pasaba nada por sentir atracción por el fuego. Pero luego le contaba como había terminado el hamster y se lo pensaba mejor.

Obvservó a su amiga perdiendose en sus propios pensamientos que podían variar entre Samuel, también llamado el "Malote Buenorro" o joderle la vida al hijo de Zeus, Raphael Brooks.
Por lo siguiente que dijo, Samantha casi se besa las mejillas de lo buena que era leyendo los pensamientos de su mejor amiga.

- ¿Aún sigues con eso?- preguntó con voz taciturna y una sonrisa ladeada. Miró como Gin parecía sorprendida. Asique era uno de sus nuevos pensamientos que siempre soltaba en voz alta. Samantha se encogió de hombros y se pasó un mechón de pelo por detrás de la oreja.-Por lo menos...si lo haces...deberíamos esperar a que sea de noche y esté dormido.- respondió Samantha, involucrandose tambien en la maldad que Gin tenía en mente. No iba a dejar a su amiga sola. Si se metían en lios era mejor que lo hicieran juntas, ¿no?
Siempre se había negado a participar con ella, por eso jamás Gin se había vengado del hijo de Zeus, pero ya que ella la había ayudado con la araña...era una horrible excusa, pero era lo único que podía decir Sam.

**La chica cerilla** Mensajes : 47 Fecha de inscripción : 21/03/2010

Me sorprendió la forma en que lo dijo, por sus palabras se podía advertir que...¿se estaba involucrando? No lo podía creer, definitivamente, si Sam estaba dispuesta a participar en eso, era que el fin del mundo no andaba muy lejos, o que le habían cambiado las pastillas.
-¿Deberíamos?¿Me estás diciendo que quieres participar? -era mejor salir de dudas. Se lo pregunté con una media sonrisa de esas que hacía cada vez que pensaba en un plan macabro, para que no se lo tomara como un reproche. Y es que no lo era para nada, me gustaba saber que mi amiga tenía una nueva faceta con la que, por fin, se atrevía a dejar sin cejas al "Soy-hijo-del-todopoderoso-y-tu-no". Vale que no era un mal chico, pero le había tocado estar en el punto de mira de mi lanzallamas. Hablando de llamas...sentí la urgente necesidad de quemar algo, lo que fuera, y me acordé de la araña. ¿Dónde estaría el bicharraco? Yo quería verlo arder...

Samantha se rascó la cabeza ahora más cohibida que antes mirando la sonrisa que se ensanchaba de su amiga. Asintió sin decir nada más y estendió las palmas de las manos hacía delante encogiendose de hombros y dando a entender algo como " ¿Qué? En el fondo yo también se divertirme".
Esperaba que esa adrenalina no fuera por culpa de las pastillas recien tomadas, porque si lo prometía ahora luego tendría que cumplirlo...bueno, que mierdas. A lo mejor por no acudir a las clases y por maltratar el cuero cabelludo del hijo de Zeus conseguía que le echaran del Campamento Half Blood.

Se rascó el lateral de la nariz mirando a Gin. Esperaba que ella tambien quisiera. Claro que a lo mejor quería una venganza en solitario. Sam entornó los ojos cuando estaba buscando algo y se pegó más al arbol por miedo a que hubiera visto a la araña de nuevo. Malditos bichos con más de mil vidas.

**La chica cerilla** Mensajes : 47 Fecha de inscripción : 21/03/2010

Definitivamente las llamas tendrían que esperar, no quería acabar con todo este "bonito" paisaje, no al menos por ahora...
Volví a girarme, teníamos un plan de venganza que trazar, cuanto antes lo planificásemos, antes podríamos ver a Brooks sin cejas. Solo esperaba que alguien tuviera una cámara digital en ese momento. Cogí una rama del suelo, parecía bastante robusta, aunque no em hacía falta que lo fuese. En una franja de tierra dibujé algo así como un rectángulo, simulando la cabaña de Raphael, aunque no me fiaba de que fuera así realmente, y tampoco me importaba mucho.
-¿Tienes algún plan? -pregunté a Sam todavía observando mi plano, dibujando detalles importantes, como las puertas, la cama de nuestro objetivo...Definitivamente, ese era el plan que más estaba elaborando, si nos poníamos a recopilar todas las maldades que había hecho en mi vida.

Samantha miró con curiosidad el prototipo a plano que Gin estaba dibujando en el suelo. Lo hizo en silencio, encogiendo las rodillas y abrazandoselas mientras miraba como ella seguía con su obra de arte, pintando cosas tan inverosimiles como la cama o la puerta.

Sam alzó la mirada hacía su compañera y se encogió de hombros de nuevo. Alzó la palma de la mano y doblando los dedos dos veces le pidió que le dejara el palo un instante. Lo cogió entre sus delgados dedos y comenzó a dibujar, con la lengua fuera una serie de indicaciones.
Unos muñecos formados por cinco palos y un circulo primero en la puerta de Brooks. Después un tercer monigote tumbado en la cama.
Señaló mediante rayitas el camino que tendrían que hacer, dibujando otro cubiculo que mostraba La Cabaña del Fuego, la suya, desde allí hasta la del chico rayo. Después hizo entrar a los dos monigotes y con otro cuadrado más pequeño le indicó a Gin donde había visto un baúl gigante en la cabaña de Raphael cuando llegó.

Allí podrían esconderse. O eso pensaba Samantha. Después de todo, Ginevra era capáz de controlar el fuego y a esa distancia seguro que lo hacía perfectamente. Cuando termino su esquema le tendió el palo a Gin con una mirada que a las claras quería decir, "¿teparece bien?".

**La chica cerilla** Mensajes : 47 Fecha de inscripción : 21/03/2010

Fui asintiendo al ver lo que dibujaba en el plan, parecía una buena estrategia -al menos para mí, que nunca había osado tocar un juego tipo Risk, ni nada de eso-. Yo también me había fijado alguna que otra vez en un baúl de gran tamaño en la cabaña de Raphael, ¿qué guardaría allí? Esperaba que al meterme dentro no encontrara ninguna criatura extraña, aunque tampoco me sorprendería, puestos a descubrir más bichos raros...
El plan ya estaba acabado -no estaba por la labor de poner a funcionar la otra mitad de mi cerebro, esa estaba en su día libre-, faltaba el momento en que se llevaría a cabo.
-¿Cuándo atacamos? -esperaba que al menos ella tuviera ya algo pensado- Deberíamos hacerlo pronto, para contar con el factor sorpresa -Vaya,¡un pensamiento inteligente por mi parte! Debería haberme aplaudido a mi misma, por semejante hazaña. Vale que quizás estaba despreciando a mi inteligencia, pero había que reconocerlo, la pobre estaba casi sin entrenar.

Samanth arrugó el ceño y sacudió la cabeza. ¿Cuando? Ni idea. Su materia gris ya había echo acto de presencia mientras iba formando los trozos del plano. Se pasó la mano por el pelo y lo dejó pasar por detrás de su oreja. Se llevó la mano a la boca y comenzó a morderse una de las uñas de su dedo índice mirando a Gin que estaba demasiado ilusionada con eso de atacar a Raphael. ¿Qué había pasado con esos dos? Algo le había contado Ginevra a Sam, pero ya no se acordaba ni ella.

-¿Esta noche?- murmuró Sam, tenía que aprovechar que aún no tenía un protector definido como ella decía. Además, ¿más de imprevisto que aquella noche?¿O deberian mejorar el plan?
Samantha se apartó nu instantes cuando le pareció ver una sombra negra correteando por el suelo, pero era solo una pelusa que debía de estar viajando por allí. Entornó los ojos y volvió a mirar a Gin con una sonrisa ante su cara que demostraba que estaba pagada de si mismo. Si esque, su mejor amiga, ´se quería muy poco.

» Ginevra Simmons